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¡Hola a tod@s!
Soy la creadora de este blog, mi nombre es Anet, y realmente espero que lean todos los capitulos de esta maravillosa historia, esperando que disfruten cada uno de los capitulos que estan aqui, dentro de este blog.


julio 12, 2011

LIBRO 1 Capitulo 7

7. PROMESA



-¡Ana! ¡He vuelto!- exclamó su hermano desde la estancia de la casa mientras cargaba un par de maletas. Al escucharlo, la chica bajó inmediatamente de su habitación.
-¿Cómo le ha ido en su viaje, señor?- preguntó Sofía, la señora que se encargaba de la casa desde hacía más de dos semanas, y con la cual, Ana se había llevado desde el principio excelentemente.
-Bien, Sofía… y llámame Daniel, aún no soy demasiado viejo como para que llames ‘señor’-
-¡Hermano!- gritó Ana llena de felicidad al tiempo en que se abalanzaba sobre él -¡Estás empapado!-
-Si, por si no te has dado cuenta, ya ha comenzado a nevar-
Al escucharlo, la chica corrió rápidamente hacia el gran ventanal de la sala, dándose cuenta de que efectivamente, la primera nevada del invierno había comenzado muy temprano ese año.
-Este año… ¿Pasaremos la navidad juntos?-
-Si, pero cuando salgas de vacaciones de invierno, iremos juntos a Inglaterra-
-¿Inglaterra?-
-Si, los padres de Bianca, viven allá, y nos han invitado a pasar las vacaciones navideñas junto a ellos-
-Será fantástico-
 -Lo creo, pero de eso hablaremos después, ahora estoy muy cansado por el viaje, así que iré a dormir-
-Está bien, que descanses- dijo Ana sonriendo, al tiempo en que pensaba –“Desde que papá murió, él siempre ha cuidado de mí… ahora que ya no tengo a mi madre, él ha tomado la decisión de darme el padre que nunca he tenido… pero creo que nunca se ha dado cuenta, de que yo siempre lo he visto de esa forma”-

El invierno había llegado a la ciudad. A la mañana siguiente, el clima no había cambiado en nada, pues la nieve continuaba cayendo.
-¡Ya me voy!- exclamó Ana desde la estancia mientras abrochaba son pequeñas botas de pana.
-OK… que te valla bien- respondió Daniel desde su recamara, mientras estiraba los brazos en respuesta al buen descanso que había recibido.
La calle por la que Ana pasaba para ir a la preparatoria se encontraba totalmente cubierta de nieve. Era realmente impresionante el observar toda aquella gran cantidad de hielo sobre el suelo. Unas blancura que solo podía reflejar la pureza del corazón de aquella entonces joven chica, que aún creía que la frase ‘y vivieron felices por siempre’ existía.
-“Es cierto”- pensó Ana al recordar lo que su hermano le había dicho sobre el viaje a Inglaterra, un viaje que se efectuaría  durante la Navidad –“Hasta ahora nunca he estado con alguien especial durante estas fechas… pero este año es diferente, el problema es que a Jorge se le dan mejor estas cosas mejor que a mí… así que tengo que ir con cuidado para que no me diga algo como ‘Que estúpido’ a lo que le regale”-
La chica llegó un poco temprano a la preparatoria, pues había tomado su tiempo por si algún problema surgía con la nieve.
-Hola- dijo Jorge al entrar al salón y quitarse una bufanda de color azul.
-Hola- respondió Ana al saludo –Jorge, quiero preguntarte algo, dime…-
-Hey, Jorge, mira tienes que ver esto- agregó David mientras entraba al salón a toda prisa.
-Hey… ¿Qué demonios es eso?- le confrontó el interpelado alejándose de la chica.
-Descuida… él es así- agregó Alejandra al tiempo en que se sentaba al lado de Ana.
-Es tan infantil-
-Por cierto… ¿Estudiaste?-
-¿Para qué?-
-Hoy tenemos examen de ingles, ¿lo has olvidado?-
-¿Qué?... ¡Lo olvide por completo!-

Ese día, no fue uno de los mejores para Ana, tal vez por que había olvidado estudiar para el examen de ese día, o quizás por que el examen no era de su clase favorita. Aunque, a pesar de de no haberse preparado para la evaluación, la joven logró aprobar el examen con un 8, ya que había tomado unos cuantos cursos del idioma extranjero en su antigua ciudad. Sabía hablar el idioma Ingles excelentemente, pero lo único que le había fallado en la prueba había sido la parte teórica.
Unos minutos antes de que el timbre de la salida tocara, la nieve comenzó a caer nuevamente. Ana y Jorge decidieron salir juntos de la preparatoria, puesto que así, disfrutarían ambos la compañía el uno del otro por mucho más tiempo. Iban casi en la puerta de salida, cuando Jorge recordó que había olvidado su bufanda en el salón de clases, así que decidió volver por ella. Ana le propuso que mientras él regresaba por su bufanda, ella lo esperaría afuera con algo de chocolate caliente. Jorge entró corriendo al 2° edificio, que era el lugar, en el que se encontraba el salón de su grupo. Ana se acomodó el cabello tan pronto como le vio marcharse, cuando justo en ese momento, vio que David acababa de salir del laboratorio de biología.
-¿Qué haces aquí?- preguntó el chico al verla en medio de tanto frío.
-Estoy esperando a Jorge, ha regresado al salón por su bufanda- contestó Ana sonriendo –David… ¿Te puedo pedir un favor?-
-Claro-
-¿Me podrías ayudar a escoger un regalo de Navidad para Jorge?-
-Por supuesto- agregó David al tiempo en que comenzaba a marcharse –Después me dices la fecha y el lugar-
-Sí-
Después de que David logró perder de vista a Ana, corrió tan rápido como pudo, y al doblar en la esquina en la que tomaba el autobús, se detuvo de golpe. Miro el blanco suelo, y tomó una gran bocanada de aire, intentando recuperar el aliento.
-“No…”- pensó al tiempo en que recordaba la cara de Ana sonriente –“No puede estar repitiéndose la misma historia”-

-¿Qué pasa?- preguntó Jorge al ver a Ana tan pensativa y por primera vez hablando para si misma en voz baja.
-Nada… ¿Encontraste la bufanda?-
-Sí-
Ambos jóvenes comenzaron a caminar. La nieve comenzó a caer de manera un poco más suave. Llegaron al parque que se encontraba cerca de la casa de Jorge. Ambos se sentaron en una banca, pues Jorge aún no quería llegar a su casa, puesto que si llegaba temprano, le tocaría hacer la cena. El silencio volvió a reinar entre ellos. Un cálido rose dentro del corazón de la chica la impulsó a preguntar algo que le parecía imposible hacer.
-Jorge… ¿Qué quieres por Navidad?- preguntó Ana sin ver la cara del chico.  Estaba tan avergonzada por preguntar semejante cosa, que se agacho disimuladamente a hacer una pequeña bola de nieve.
-¡Te quiero a ti!-
-¡Responde bien!- contestó la joven lanzándole la bola de hielo.
-Pero… estaba hablando en serio-
-Nunca pensé que fueses tan estúpido… eres muy infantil, ¿lo sabías?-
-Dame tu mano- agregó Jorge al tiempo en que alzaba la suya. Ana levantó su mano, y el chico la tomó.
-Jorge… ¿Por qué yo?- preguntó Ana mirando por primera vez fijamente aquellos ojos color chocolate que la mantenían concentrada -¿Por qué… te enamoraste de mí?-
-Ya te lo he dicho, desde siempre te he querido…- contestó el chico justo cuando levantaba su mirada al cielo.
-Vale…- dijo ella vagamente al tiempo en que se ponía de pie –Vámonos-
Jorge sonrió al escucharla. Para Ana era muy difícil mantener la concentración cuando la cálida mano de Jorge apretaba la suya. Un apretón suave, pero a la vez fuerte, una mano fría por el clima, pero ardiendo por amor. Comenzaron a caminar lentamente.
-Ana…- agregó Jorge en voz baja –Ya sé que quiero como regalo de Navidad…-
-“Está calidez… es solo mía”- pensó la joven sin prestar atención a lo que Jorge decía –Entonces, ¿Qué quieres?-
-Prométeme que vas a quedarte conmigo siempre… que si no me amas me lo dirás-
-Por supuesto que te lo diré-
-No te lo tomes a juego… te lo estoy diciendo en serio, así que piénsalo antes de darme una respuesta-
Dos pequeñas gotas mancharon la bufanda azul. La mano que Ana sostenía, repentinamente se balanceó hacia adelante.
-¿Jorge?- preguntó Ana otra vez, justo al tiempo en que tocaba la mejilla del chico.
-Está bien…- agregó Jorge al tiempo en que comenzaba a reír –Hacía mucho tiempo que tenía ganas de hacer esto-
-Pero… ¿llorar?-
-Para serte sincero- agregó nuevamente él, mientras agachaba su cabeza intentando limpiar las pequeñas lágrimas –Pensé que no sería capaz de volver a salir con alguien… ¿Acaso es divertido?... sobre algo tan pequeño como esto-
-¿Sobre algo tan pequeño como esto?-
-Ella… estaba con el chico al que amaba… nunca sentiré pena por ella…-
Al escucharlo, la joven guardo silencio. Comenzaron a caminar nuevamente, al tiempo en que nuevamente pequeños copos de nieve comenzaban a caer del cielo.
-Quiero… que estés a mi lado, que siempre estés junto a mí…-
En ese instante, ambos jóvenes se abrazaron. Habían progresado mucho más de lo que esperaban. Aquella imagen de ambos, repentinamente se transformó en una pequeña paradoja dentro de la mente de Ana. Entonces, ella logró escuchar como dos pequeñas campanillas sonaban dentro de su corazón, las cuales emitían un sonido lleno de dolor y tristeza.
-“Puedo escucharlo… lo sé”- pensó Ana abrazando aún con más fuerza a su novio –“La voz del corazón de Jorge… está llorando”-

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