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¡Hola a tod@s!
Soy la creadora de este blog, mi nombre es Anet, y realmente espero que lean todos los capitulos de esta maravillosa historia, esperando que disfruten cada uno de los capitulos que estan aqui, dentro de este blog.


julio 15, 2011

LIBRO 1 Capitulo 10

10. VIAJE A INGLATERRA



-Casi y perdemos el avión- dijo Daniel al tiempo en que tomaba su maleta.
-Sí, pero el punto es que no lo perdimos- contestó Ana sonriendo. Vestía una falda color caqui, sobre unas mallas algo oscuras; junto a una chalina algo gruesa y un gorro de motitas.
-Ana… he tomado la decisión de proponerle matrimonio a Bianca, ¿Qué opinas?-
-¿En serio?... pues que bueno- sonrió la joven intentando parecer sorprendida, pues aunque Daniel no se lo dijera, ella ya sospechaba desde hacía tiempo que ese momento estaba por llegar.
-¿Te agrada la idea?-
-Seguro, lo importante es que tú seas feliz al lado de la persona especial para ti, y si Bianca es esa persona, yo no tengo otra cosa más que ser feliz por ti-
-Gracias-
-¿Por qué me agradeces?-
-Por que ahora puedo verte como a un apoyo para mí… ahora comprendes lo que es bueno y lo que es malo, y agradezco que estés aquí junto a mí-
-Yo también lo agradezco, pero si no nos damos prisa, el avión se irá-
El vuelo duró cerca de 18 horas. Llegarían a Inglaterra justo el día de Navidad. Un largo viaje navideño. Abordaron el avión rápidamente. Sus asientos estaban juntos, así que Ana se sentó junto a la ventana del avión. Se puso los pequeños audífonos de su celular y comenzó a escuchar música pop. En ese momento, algo remoto vino a su memoria. Un lugar recóndito de su cabeza se movió ante la mención de ‘Inglaterra’. Tardó un momento en llegar a una conclusión. Era cierto. Santiago, aquel compañero que la había querido durante sus años de secundaria también vivía en aquel país. Era extraño que recordara algo como eso justo en esos momentos, pero a decir verdad, la idea de tener un conocido en aquel país no tan grande excitaba de cierta manera el corazón de Ana. 
Al llegar al aeropuerto internacional de Inglaterra, se dieron cuenta de que un hermoso coche ya los estaba esperando. Fueron llevados hasta una hermosa mansión, y ahí al llegar, Ana se dio cuenta de la inmensidad de la fortuna de la novia de su hermano. La casa era realmente enorme. Y más que eso, parecía ser modesta en comparación a las otras propiedades vecinas.
-¡Daniel!- exclamó una hermosa joven de tez blanca y ojos azules al tiempo en que bajaba de una gran escalera.
-¡Bianca!- exclamó Daniel sonriente.
-Vamos, mi familia te esta esperando en el recibidor principal-
-Seguro… Ana- dijo Daniel al tiempo en que volteaba a ver a su pequeña hermana.
Entraron en la sala, y la chica se dio cuenta de que, efectivamente ya estaban siendo esperados por la familia de la joven.
-Ella es mi madre-
-Es un placer- contestó Daniel en idioma inglés. Un inglés tan perfecto que parecía que lo hubiese hablado desde pequeño.
-Él es mi padre, pero claro ustedes ya se conocen-
-Buenas noches-
-Y él es mi hermano menor, Santiago-
-Hola-
-¿Santiago?- preguntó Ana al verle.
-¿Anahí?- cuestionó Santiago al reconocer la voz de la chica. Un silencio, de esos que no resultan ser tan incómodos se presentó en el recibidor de la mansión.
-¿Se conocen?- preguntó entonces Bianca totalmente confundida.
-Sí- contestó Santiago sin perder la compostura –Ella fue mi compañera de clase cuando estudié un tiempo en Valle del Rey, cuando padre tuvo que hacer unos cuantos movimientos comerciales por allá-
-Bueno- dijo Daniel –Entonces, ¿Por qué no acompañas a mi hermana a su habitación?, estoy seguro de que tienen muchas cosas de las cuales quieren hablar-
-Claro- contestó Santiago.
Subieron por la gran escalera. Ana observaba fijamente a Santiago, notaba el gran cambio que el chico había tenido desde la última vez en que ambos se habían visto. Y si que había cambiado. Ahora una pequeña barba –que había sido afeitada hacía poco- se asomaba por debajo de la barbilla. Unos ojos color miel resaltaban entre aquellas largas pestañas. Realmente no negaba ser de alta alcurnia, pues su forma de hablar y de dirigirse a las demás personas era tan excelente que parecía ser un diplomado. Un cabello negro bien cortado, con algo de estilo juvenil y unos pantalones color café que hacían juego con un ligero suéter blanco, lo hacían parecer perfecto. El chico ideal.
-No te reconocí- dijo la chica con voz baja apenada ante la idea de estar con un chico que si apenas conocía. Porque para ella, ese no era Santiago… su amigo Santiago.
-¿Eh?- contestó el interpelado ahora hablando en español. Un español igual de fluido que su inglés. 
-Si, bueno halla abajo… es decir, realmente has cambiado mucho-
-¿En serio?... tú también has cambiado… un poco-
-¿Un poco?-
-Si, bueno… has crecido y te has cambiado el color del cabello-
-Ah… es solo que lo hice un poco más obscuro-
-Bien, esta será tu habitación- dijo Santiago al tiempo en que entraba a una gran recámara.
-Es muy grande-
-Han pasado dos años desde la última vez que te vi-
-Sí, ya lo creo, la última vez nos encontramos en el festival de otoño de Montenegro, ¿verdad?-
-Sí-
-¿Sigues viviendo ahí?-
-No, regresé a Valle del Rey-
-Ya veo… ¿volviste a ver a Jorge?-
-Si, bueno, él y yo somos…-
-Dilo, después de todo, la última vez que nosotros nos vimos comprendí que realmente tú nunca dejarás el sentimiento que tienes hacia él-
-Lo siento-
-Entonces… ¿son novios?-
-Sí-
En ese momento, una de las ayudantes de la casa de Santiago tocó a la puerta para avisarles que la cena ya estaba servida. Ambos bajaron y la cena dio comienzo. Solamente fue una cena familiar, y justo ahí, fue donde Daniel se decidió a proponerle matrimonio a la que por 2 años había sido su novia. Tanto la familia de la novia, como la novia estaban felices de que finalmente ambos jóvenes formalizaran su compromiso, puesto que el padre de Bianca, veía con buenos ojos al joven novio.
Ese sería uno de los días más felices que viviría Daniel.
La cena terminó, y cada uno subió a la habitación que les había sido asignada. Ana estaba por meterse en su cama, cuando escuchó que alguien llamaba a su puerta.
-Adelante- dijo ella.
-Hola- contestó su hermano al tiempo en que entraba en la habitación.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Ana con asombro.
-He venido solo por un momento… solo vine a darte las buenas noches-
-Buenas noches, entonces-
-Buenas noches-
Ana entró en la cama, y se recostó por un momento. En ese momento, comenzó a pensar en Jorge. Su cabeza fue haciendo un puzzle, que poco a poco comenzó a crecer más y más, tanto que llego a una conclusión: Jorge nunca había llorado por la muerte de Lucía. Era extraño que Ana así lo pensase, después de todo no tenía por que importarle el que su novio no llorara por su ex-novia. Pero de alguna forma, era algo que la inquietaba verdaderamente.

Las vacaciones pasaron demasiado rápido para el gusto de Ana, y aunque se había sentido algo triste por no haber pasado la navidad al lado de su novio, la hizo inmensamente feliz, el saber que su hermano había decidido casarse con una persona como Bianca.
El día de la despedida, Santiago y su familia acompañaron a los Vandom hasta el aeropuerto, con la esperanza de volverse a ver durante las vacaciones de primavera, puesto que tan pronto como Santiago terminará el semestre, lo mandarían a estudiar a Valle del Rey.
Todo había sido genial durante esas vacaciones.
Pero, ¿Qué tal habían pasado las vacaciones los demás en Valle del Rey?. Ana no tenía ni idea de lo que había pasado en su ciudad, puesto que la habían mantenido tan ocupada en Inglaterra, que muy apenas y tenía tiempo de dormir.


-¿Piensas hablarle sobre ella?- le cuestionó David al tiempo en que se sentaba en la cama de Jorge. Una fuerte nevada caía fuera de la casa de su mejor amigo.
-¿Eh? ¿A que te refieres?-
-A esa fotografía- contestó David al tiempo en que apuntaba al ropero de Jorge -¿No te parece extraño que aún conserves la foto de tu ex-novia?
-Es solo una fotografía-
-Bien, entonces como es solo una fotografía me la llevaré, no importa- agregó David al tiempo en que la tomaba.
-¡No la toques!- exclamó Jorge apretando fuertemente la mano izquierda de su amigo.
En ese momento, el silencio se hizo presente entre los dos amigos. Un aura extraña se dejo sentir en la pequeña habitación de Jorge. Una pesadez que invadió los dos jóvenes cuerpos.
-Entonces ve a verla, llévale flores y algo de incienso-
-No iré… ella, murió pensando en el chico al que amaba, así que nunca sentiré pena por ella-
-¿Y que hay de Ana?... si no te sientes capaz de quererla tanto como quisiste a Lucía mejor déjala-
-La quiero… pero comprende que Lucía es parte de mi historia-
-Entonces, por lo menos… ¿Piensas hablarle de Lucía?-
-No quiero lastimarla-
-Mentirle no está bien y lo sabes-
-Sí… pero, no quiero verla llorar… no quiero verla llorar otra vez-



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