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¡Hola a tod@s!
Soy la creadora de este blog, mi nombre es Anet, y realmente espero que lean todos los capitulos de esta maravillosa historia, esperando que disfruten cada uno de los capitulos que estan aqui, dentro de este blog.


julio 09, 2011

LIBRO 1 Capitulo 5

5. FELICIDAD



-“Desde que me fui las cosas cambiaron… yo cambie, mis sentimientos cambiaron… todo, todo cambio”- pensaba Ana, mientras permanecía sentada en su pupitre. Se encontraban en cambio de hora. La hora siguiente les tocaba Matemáticas, y el profesor llegaba siempre tarde.
-Buenos días- dijo el maestro al entrar.
-Buenos días- contestó el grupo al unísono.
-Bien- dijo el maestro al tiempo en que sacaba unas cuantas hojas de su maletín –El día de hoy tendremos un examen, así que guarden sus cosas y dejen solamente un lápiz-
-Lo que faltaba- agregó Jorge.
-De seguro que reprobaremos- dijo David con tono de burla.
El examen duro cerca de 20 minutos, y al mismo tiempo en que los alumnos terminaban el examen, el profesor se los revisaba al instante. La mayoría de los resultados fueron terribles. La hora finalmente terminó, y como la hora siguiente era de descanso, Ana decidió subir por un rato a la terraza del edificio.
-Un 6 no esta mal, ¿o sí?- se preguntó a ella misma -Necesito cambiar de aire… literalmente debería hacerlo… ¡Uf!, Daniel me matará cuando vea este examen...-
-¿Hablas sola?- preguntó Jorge, quien se encontraba sentado al  lado de la chica.
-Que te importa… además ¿Qué haces tú aquí?-
-Lo mismo que tú… pensaba, solo que yo lo hago en voz baja-
-Tonto… da igual, solo lárgate-
-Valla, si que cambiaste cuando te fuiste… ahora eres mucho mas agresiva-
-¡Cállate!... Jorge, sé que te prometí que nunca me iría de tu lado…pero…-
-No digas nada… por ahora solo deja el pasado atrás-
-No, tienes derecho a saber la verdad; cuando yo me fui, muchas cosas pasaron, por esta razón, dejé de hablar con todos ustedes… aunque trataba de comunicarme, siempre había algo que me lo impedía… y cuando lo hacía tú nunca te encontrabas en casa- en ese instante los ojos de la chica comenzaron a cristalizarse –Pero… en el transcurso de esos 2 años, yo perdí a mi madre… ella murió durante los atentados del verano pasado…-
Jorge al escucharla, bajó su mirada. Se encontraba realmente atónito ante lo que acababa de escuchar. Ahora comprendía que aquellos atentados del verano pasado habían destruido las vidas de miles de personas. Un atentado civil que nunca se olvidaría en Minago, en Montenegro, en Valle del Rey.
-Lo siento…-
-Yo también lo siento tanto… esa mañana parecía ser normal, y era normal, fui a la secundaria, mi hermano a la universidad, mamá y Michael fueron a trabajar como si fuese un día normal… pero al medio día, mamá salió temprano de trabajar, no llamó a Michael, así que decidió caminar por aquella avenida…-
-Déjalo… no hables más si eso te lastima- dijo el joven intentado consolar a la chica -Ana… ¿En verdad quieres a alguien como yo?-
La joven estaba a punto de contestar, cuando en ese momento, David subió a la terraza.
-Jorge- dijo el aludido–Más vale que te escondas en otro lugar, por que Irma te está buscando, y creo que viene para acá…-
-Entonces- contestó Jorge sonriendo –Lo mejor será esconderme-
Ana se quedo callada. ¿Cómo era que Jorge de un momento a otro cambiara totalmente de tema?
-“Es tan inmaduro… sigue siendo el mismo Jorge que yo conocí… pero aún me quedan algunas preguntas que tengo que responder”-
Justo en ese instante, se escuchó aquel rechinido que emitía la puerta de la azotea cada vez que se abría. Era Irma, una chica algo morena, de grandes ojos color café, y cabello negro un poco largo.
-¡Jorge!- exclamó al entrar -¡Por fin te encontré!-
-No está aquí-
-Que pena… bueno entonces seguiré buscando-
-¿Por qué lo buscas?-
-Por que quiero convertirme en segunda novia… que lástima que no haya podido ser la primera… después de todo, Lucía me ganó el puesto… pero bueno-
-Tú- dijo Ana al tiempo en que abría la puerta de la azotea –No sabes nada, así que te aconsejo que dejes de buscarle, por que él ya tiene novia-
-Que más da… después de todo, Jorge puede querer hacer lo mismo que le hicieron, ¿o no?-
Ana bajó las escaleras lentamente. ¿Por qué todo el mundo en esa preparatoria conocía tan bien a Lucía? ¿Qué era lo que realmente la había hecho tan popular? ¿Por qué había muerto ese verano de la misma manera en que había muerto su madre?
Bueno, al menos la respuesta a la última pregunta era muy fácil de obtener: el destino había querido que ella muriera de esa forma.
Pero a excepción de esa pregunta, las otras dos eran las mas importantes que Ana se hacía a sí misma.
-Te buscaba- dijo Jorge al tiempo en que se encontró con ella en las escaleras.
-¿Qué pasa?-
-Bueno… me acabo de enterar que esta noche habrá una lluvia de estrellas… y pues quería saber si tú- dijo entre frases el chico, que se encontraba ya un poco nervioso. Estaba por terminar de hablar cuando en ese instante, llegó Wiin, otra amiga de ambos jóvenes, quien se interpuso también en la plática.
-Nos vemos- dijo el chico casi susurrando.

El día pasó demasiado rápido, y aunque tuvieron oportunidad de seguir con su plática, Jorge no volvió a hablar con Ana sobre el tema de la lluvia de estrellas, puesto que estaba realmente indeciso sobre invitarla o no.
Ana vivía en una urbanización privada, a las orillas del mar, por lo que para volver a su casa, tenía que tomar un camino diferente al de Jorge y al de la mayoría de sus compañeros de clase. Tomaba, regularmente un pequeño camino empedrado, que estaba rodeado de grandes árboles. Era silencioso y a la vez relajante pasear por ahí.
-¿Qué quería decirme?- se preguntó Ana a sí misma en voz alta.
Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos que nunca se dio cuenta de que alguien la seguía, sino hasta que la extraña persona le tapó los ojos, al mismo tiempo en que reía.
-¿Quién soy?-
-No… no lo sé-
-¡Soy yo!- agregó Jorge al tiempo en que le destapaba los ojos.
-¡Eres un idiota!- exclamó ella furiosa tratando de recuperar el aliento -¡Pensé que era alguien que me quería asaltar!-
-Si, quizás sea un idiota…pero al menos a mí no me sorprenden por detrás-
-Tonto… a todo esto, ¿Por qué me sigues?-
-No quiero que te pase nada malo… ¿Ya no vives en el lugar de antes?-
-No… verás, cuando mi madre murió, mi hermano encontró las escrituras de una casa en un sector habitacional al este de la ciudad, así que decidimos mudarnos ahí-
-Ya veo… oye, esta tarde quería invitarte a que vieras la lluvia de estrellas junto conmigo-
Ana se detuvo al escuchar la invitación. ¿Qué demonios había sucedido para que las cosas cambiaran así tan de repente?
La joven dudó por un momento, pero finalmente terminó accediendo.
-Y por que tan de repente-
-No lo sé- contestó Jorge tratando de romper la extraña atmosfera que se había creado entre ellos –Creo que me resulta mucho mas fácil hablar contigo, que con la mayoría de las chicas-
-Desde que paso eso, ¿cierto?-
-¿Eso?-
-Si, lo de Lucía-
-¿Quién te lo dijo?-
-Nunca pasas desapercibido…-
-Ella también murió el día de los atentados-
-Lo siento… sé que la quisiste mucho-
-Prefiero no hablar de eso…-
-Vamos a ver la lluvia de estrellas - contesto ella mientras comenzaba a  caminar–Veámosla en mi casa-
Jorge comenzó andar también al lado de la chica. Ninguno de los dos hablaba, así que el único sonido que era posible escuchar, era el de sus propias pisadas, las cuales rompían las pequeñas hojas de los árboles, que, en esos días, habían comenzado ya a caer. Definitivamente, esa era la muestra más grande de que el otoño ya había dado comienzo. Caminaron en silencio cerca de 10 minutos.
-¡Llegamos!- exclamó Ana al pararse frente a una gran casa, la cuál contaba con una pequeña fuente, una amplia cochera y un hermoso jardín; pero el mayor atractivo de esa zona residencial, lo tenía precisamente esa casa: la preciosa vista al mar.
-¿Es tu casa?-
-Si… es un poco grande, ¿verdad?-
Jorge asintió con la cabeza, estaba tan impresionado, que terminó comparando la antigua casa de la chica con esa enorme mansión. Ana lo invitó a pasar.
La casa era realmente más alucinante por dentro que por fuera. Tenía 4 habitaciones, cada habitación contaba con baño propio, las cuales se encontraban en la planta alta. En la planta baja había un pequeño recibidor, una gran sala con vista al mar, una cocina algo grande, un comedor para 10 personas; mientras que en el sótano había una gran biblioteca, la cual contaba con su propio estudio, y un pequeño cuarto de juegos.
-¿Puedo preguntar algo?- dijo Jorge al sentarse en el sofá principal de la casa. Su quijada cayó al suelo al ver el gran ventanal con vista al mar.
-Claro-
-¿Cómo compraron esta casa tan bonita?-
-Nos dimos cuenta de la existencia de esta casa, cuando mi mama murió… al parecer ella y mi padre biológico, compraron esta casa cuando mi hermano nació…bajemos-
-¿Bajar?-
-Si, tendremos una vista mejor si vemos la lluvia de estrellas desde la playa-
-Esto es genial-
-¡Vamos!- exclamó Ana al tiempo en que habría la puerta corrediza de la cocina –Si, bueno… no se compara en nada a tu pequeña casita, ¿o si?-
-Deja de ser tan presumida…veo que no te has vuelto nada humilde, ¿Verdad, señorita 6 de matemáticas?-
-Oye… fue un examen sorpresa-
-Si claro…-
-Además, tú 5 no fue mejor que mí 6-
Jorge se puso de pie, cuando notó que al lado de una pequeña estatua de un ángel, se encontraba la foto que él le había dado el día en que Ana se había ido de Valle del Rey.
-¿Aún tienes esa foto?- preguntó al tiempo en que se acercaba a verla más detalladamente.
-Si… nunca voy a olvidarme de eso-
-¿Sabes?... cuando te fuiste, yo conocí a Lucía, una chica con un carácter y una voz muy parecida a la tuya, cuando la conocí, ella tenía un novio que siempre la golpeaba, pero que aún así Lucía le quería mucho… tiempo después de que los dos comenzamos a ser amigos, ella abandonó al tipo, y se convirtió en mi novia… yo realmente la llegué a querer mucho-

En el momento en que Ana lo escucho, ambos se dieron cuenta de que la lluvia de estrellas comenzaría en cualquier momento, así que bajaron a la costa y se sentaron en la playa. La luna llena del mes de septiembre, comenzó a visualizarse a lo largo de toda la costa. Una suave brisa toco sus rostros juveniles.
-“Puede que pienses que a nadie le importas, pero quiero que sepas una cosa: siempre serás la persona más importante para mí”- pensó Ana al tiempo en que tomaba asiento sobre la blanca arena de la playa –“Diciendo cosas como esas… pareceré una tonta, lo mejor es dejar que el silencio limpie los recuerdos de los dos”-
-Me alegra estar aquí-
-Eres mi mejor amigo… siempre has sido-
Jorge, miró la luna llena y guardó silencio. Ana agachó la mirada, pues pensó que tal vez aquellas últimas palabras que ella había pronunciado, habían removido aún más los sentimientos de Jorge.
Justo en ese instante, la lluvia de estrellas comenzó a vislumbrarse sobre el cielo. El gran espectáculo nocturno había dado comienzo. A lo lejos, se lograba divisar las siluetas de miles de personas que se encontraban del otro lado de la costa.
Ana subió la mirada para así poder disfrutar del gran espectáculo. Jorge volteó su rostro hacia donde Ana se encontraba y la observó fijamente. En ese momento, su corazón finalmente se decidió.
-¡Impresionante!-
-Te impresiona cualquier cosa, ¿eh?-
-Déjame en paz… aún así me gustan este tipo de cosas-
-Ana- dijo él mientras tocaba la punta de los dedos de la joven –Escúchame bien por que solo lo diré una vez… Te quiero-
Ana miró al chico fijamente sin saber que responder; la lluvia de estrellas estaba en todo su apogeo. Ninguno de los dos podía creer lo que estaba pasando en esos momentos. Ana se encontraba atónita ante aquella revelación sumamente imprevista. La chica se puso de pie, y él con ella. Todo parecía ser más que perfecto. La marea había subido a al punto que ahora podía tocar los pies descalzos de los jóvenes. La frescura de los corazones adolescentes, con un solo palpitar, era mas que perfecta para ese angelical momento.
Ana se acercó lentamente a él, y Jorge por su parte, tomó suavemente las dos manos de ella. Sus corazones comenzaron a latir rápidamente, y finalmente los labios de ambos jóvenes se encontraron. Parecía que era un hermoso sueño, pero no lo era, era la realidad más real que ambos habían vivido durante toda su vida.
Aún más tierno que aquel primer beso, aún más sincero que aquel sentimiento de amistad. Nada dejaba lugar a la duda. No había nada entre ellos.
La luna que crecía al fondo del ocaso, era igual de hermosa que la luz que emanaban aquellas dos personas. Por que el aquel entonces, en los juveniles corazones, el amor solo se podía escribir con una sola tinta: con la tinta de la felicidad. Ninguna fuerza podía contra aquel torbellino de sentimientos y emociones que arrancaba cualquier sentimiento que no fuese de amor. Un beso que duro una fracción de segundo pero que al mismo tiempo duro una eternidad.


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